Hoy narramos la historia de un padre que se enfoca en transmitir a su hijo el concepto de deseo ardiente.
Si quieres ver como un padre y un deseo ardiente pueden cambiar vidas, este post te mostrará el ejemplo.
Asegúrate de leerlo hasta el final y dejarnos tu comentario abajo del todo desde Facebook.
Esta historia la encontré en un libro que me estoy volviendo a leer. Se llama Piense y Hágase Rico y fue escrito por Napoleon Hill. Persona que entrevisto a más de 500 multimillonarios y se percató que todos tenias mismos patrones de comportamientos y creencias.
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El Deseo de un Padre sobre la Madre Naturaleza
Hoy contaremos una historia un tanto peculiar en la que los protagonistas son un padre y un hijo. Éste padre consideraba a su pequeño una de las personas más «excepcionales» que jamás había conocido, y ahora sabrás por qué.
Pocos minutos después del nacimiento de su bebé, el reciente padre advirtió que no había rastro físico alguno de orejas en la criatura, y, tras pedirle opinión al médico, tuvo que enfrentarse a un terrible hecho: el niño sería sordo y mudo para toda la vida.
El padre se opuso a la opinión del doctor. Estaba en su derecho; él era el padre. Tomó una decisión, se formó una opinión, y la expresó en silencio, en el fondo de su corazón.
En su interior tenía claro que su hijo sería capaz de oír y de hablar, pero ¿cómo?
Estaba seguro de que tendría que haber una manera, y de que la encontraría. Así pues, pensó en las palabras del inmortal Emmerson, el cual dijo: «El curso de los hechos acontece para enseñarnos la fe. Solo necesitamos estar atentos. Hay indicadores, claves para cada uno de nosotros, y si las escuchamos con humildad, encontraremos la palabra justa«.
¿La palabra justa? ¡Deseo!
Más que ninguna otra cosa, este padre deseaba que su hijo no fuera sordomudo. De ese deseo no renegó jamás.
¿Qué podía hacer entonces? Encontrar la manera de trasladar ese deseo ardiente al propio niño para descubrir la manera de hacer llegar sonidos a su cerebro sin la ayuda del oído.
Tan pronto como su hijo creciese y estuviese listo para cooperar, el padre estaría dispuesto a llenarle la cabeza de ese deseo ardiente de tal forma que la propia madre naturaleza lo haría realidad con sus propios medios.
Todo este tipo de pensamientos pasaron por su mente, pero aún así no se lo contó a nadie. Todos los días reafirmaba ese mismo pensamiento, esa promesa que se había hecho así mismo, ese objetivo de que su hijo no fuera sordomudo.
(Ver: Tu Principal Objetivo)
Cuando el niño creció y empezó a percibir algunas de las cosas que lo rodeaban, se dieron cuenta de que oía poco, pero oía. Cuando alcanzó la edad en que los bebés empiezan a emitir palabras, no hizo amago de expulsar alguna palabra, pero sí es cierto que demostraba que, aunque débilmente, podía escuchar ciertos sonidos.
¡Eso era lo que el padre buscaba! Estaba convencido de que si su hijo podía oír, podría, con esfuerzo, ser capaz de desarrollar una mayor sensibilidad auditiva. Entonces sucedió algo que lo llenó de esperanza, algo totalmente inesperado…
Un Accidente que Cambió una Vida
El padre decidió comprar un fonógrafo, aquél aparato musical inventado por el gran Thomas A. Edison.
(Ver: Barnes y Edison)
Cuando el niño oyó su música por primera vez, entró en éxtasis, y enseguida se apropió del aparato. Era capaz de quedarse horas y horas frente a él escuchándolo, llegando a pasarse más de dos horas seguidas allí.
Esa costumbre tenía una importancia que no se hizo patente hasta años después, ya que el padre no tenía constancia del conocido principio de la «conducción ósea», aquél por el cual el cráneo se va adaptando progresivamente a los sonidos.
Una vez descubrió que el pequeño podía oír perfectamente el sonido de su voz, el orgulloso padre comenzó de inmediato a transferirle ese deseo de que oyese y hablase en un futuro próximo.
Empezó pues a contarle cuentos todas las noches, algo con lo que se dio cuenta de que el niño disfrutaba. De este modo, tuvo la idea de poner en funcionamiento su imaginación para construir nuevas historias que pudieran estimular su confianza, su imaginación, y ese gran deseo de oír y ser normal.
De entre todos los cuentos e historietas, había una en particular en la que el padre hacía hincapié dándole pues un renovado matriz dramático cada vez que se la contaba. La había inventado para poder sembrar en la mente de la criatura la idea de que su «dificultad» no era una pesada carga, sino una ventaja muy valiosa.
Antes de acabar, aclararemos antes que ante todo esto confesaba el padre que, pese al hecho de que todas las maneras de pensar que él había tenido indicaban que cualquier adversidad contiene una «semilla» de una ventaja equivalente, no tenía ni idea de cómo poder convertir en ventaja esa dificultad.
Las cosas no siempre salen como deberían, tan solo debes guiarte por tus deseos más ardientes.
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carmen santaliestra says
Gracias por tu reflexión….
Jorge Torres Culla says
A ti por leerlo! Saludos Carmen!